Monday, September 18, 2006

Los amigos que (creo) perdí

Me he basado en el título de una novela (de Jaime Bayly, creo) para hablar esta vez no de un fragmento o retazo de mi vida (que es la intención del blog, si no se han dado cuenta), sino de una circunstancia constante en la misma: que parezco un mal amigo. Ojo, solamente lo parezco, pero no lo soy.
En primer lugar, debo adveritr al lector atento que estoy utilizando el término "amigo" en sentido genérico. Sé que hay verdaderos amigos (es decir, son como tus hermanos, aunque esa expresión se usa tantas veces que ya casi ha perdido su verdadero valor) y otros que son realidad son únicamente tus compañeros de colegio, chamba, barrio o chupeta. Pero de eso ya hablaré otro día, lo prometo.
Veamos: no tengo, como muchos de ustedes, amigos desde la infancia. He tenido amigos "por etapas", es decir, que he ido conociendo conforme he ido creciendo y que luego he dejado de ver.
Muchos piensan que soy ingrato. Casi no suelo ir a reeencuentros, reuniones, baby showers, despedidas, matrimonios (eso si que es serio), en fin, a cuanta circunstancia permita la reunión con mis amigos de una determinada "etapa".
¿Por qué no voy? Bueno, les seré franco. A veces es porque realmente ha surgido un inconveniente de última hora. Pero otras es simplemente por flojera o, lo que es peor, no me entusiasma ir...
(Ya veo los ceños fruncidos de varios de mís patas. Dejenme terminar la explicación, pues...)
Quienes me conocen bien saben que soy una persona sencilla, a veces demasiado. Sé que no es bueno que yo mismo señale mis supuestas virtudes, pero en realidad creo que esta sí me caracteriza.
Por ello, no me agradan las fiestas sofisticadas, ni los conciertos, ni las discotecas, ni las reuniones en donde se deba guardar alguna formalidad. En serio. En ese sentido, creo que soy medio anti-social o introvertido, ustedes escojan la palabra más adecuada.
Yo siempre me he considerado más "campechano", de barrio. Fíjense, prefiero plantarme en la puerta de mi casa o en una esquina a conversar (a veces con un trago de por medio, si se puede).
Lo irónico es que algunos de mis patas creen que soy sobrado por no ir a reuniones. grupales. Nada más lejos de la verdad.
Por ello, cada vez que puedo, llamo por teléfono o escribo un mensaje a alguno de ellos por separado para saludarlo y conversar. Muchas veces les digo que debemos reunirnos pronto, y a veces doy la sorpresa y en verdad los llego a ver.
No digo que sigan mi ejemplo, por favor. Pero el ser así tiene, después de todo, una pequeña ventaja: que cuando uno de tus amigo te llama sabes con certeza que no es simplemente por cumplir, ver cuando es la siguiente reunión o matar el tiempo; sino que es por uno de dos motivos: o te quiere pedir un favor o realmente se preocupa por tí y quieres saber cómo estás. Claro que a veces ambas cosas van juntas pero, qué se le va a hacer, la vida es así y los amigos también.

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home