Saturday, May 19, 2007

Hacer Néctar del árbol(ito) caído

Uno de mis primeros amigos en la Administración Pública fue Eduardo Pezo. Lo conocí en la Defensoría del Pueblo, cuando eramos parte de un grupo de secigristas (léase, practicantes) que debíamos estar allá durante todo el año 2000. Un grupo bacán sin duda, sobre todo porque veníamos de universidades y realidades diferentes entre sí.

Con Eduardo fui, por vez primera, al Bar Queirolo del Centro de Lima, en la esquina de Camaná con Quilca. Nunca imaginé la cantidad de veces que regresaría allí ni las largas noches bohemias que viviría en aquella calle. Eso fue en marzo de 2000, apenas mes y medio después que lo conocí.

Trago corto de por medio, pude conocer mejor a mi pata, cajamarquino por excelencia. Un pata sencillo y atento, con la franqueza que en mi querido país solo parecen tener los provincianos.
No sé por que trago íbamos cuando se me ocurrió preguntarle cuál era su canción favorita. Yo ya le había dicho que la mia era Todo tiene su final de Héctor Lavoe (saquen su línea pues). El me respondió:

- El arbolito, pues.
- ¿El arbolito? ¿Creo que es del grupo Néctar? ¿Y por qué? - le dije.
- No lo sé, pero me vacila.
- Ah ya, ¿y la puedes cantar?
- No sé... jajajaja
- A ver, a ver,... cómo era... "aquel arbolito"
- "aquel arbolito donde estan escritos tu nombre y el mío" jajaja
- Si pues, no. ¿Y a quien se la cantas, eh?
- ... (silencio).
- Ya pues, a partir de ahora cada vez que escuche esa canción, te joderé para que la cantes. Salud, pues compadre.

Y asi seguimos tomando hasta que al final nos perdimos de vista... pero eso es otra historia.
Y, claro, cada vez que escuchaba la canción, me acordaba de mi pata, aunque dejamos de chambear juntos en enero de 2001. Yo continué mi camino sinuoso en la Administración Pública y el se ha quedado en la Defensoría, haciendo carrera. Casado y con un hijo a quien todavía no conozco (ya habrá ocasión compadre), Eduardo se ha mantenido igual de sencillo y bacán como la canción del arbolito.

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Años despúes, sobre todo gracias a mis hermanos norteños de pura cepa (leáse, los AVPs Maco y Mío, sobre los cuales hablaré en otro post), le he agarrado camote a la cumbia norteña: Armonía 10, Grupo 5, Caribeños y un largo etcétera. Ahora, junto a la salsa brava de antaño y algo de un inesperado e infiltrado reggaetón, la cumbia ocupa un lugar importante en mis caletazas preferencias musicales. Pero todo comenzó con Eduardo y El arbolito.

Por eso, cuando supe de la tragedia del grupo Néctar, me sentí particularmente mal. Terrible forma de morir. Y si no fuera porque mi actual chamba me obliga a guardar ciertas formalidades (a veces exageradas), me habría conseguido un CD de Néctar y lo hubiera escuchado a todo volumen en mi computadora. Palabra que sí.

El dolor es grande, pero hay un consuelo: Lo que vive en los corazones y la memoria de la gente, nunca muere en realidad.

Salud, Eduardo. Salud, grupo Néctar. Hasta siempre.

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Este post representa mi retorno al mundo bloggero despúes de 7 meses. Como siempre, la chamba tuvo la culpa de esto. Pero ahi seguiremos, viendo como pilotear este barco que todavía sigue muy a la deriva.

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