Wednesday, September 06, 2006

Al fondo entran cuatro

En 1995 era un estudiante más de Estudios Generales Letras en la PUCP. Para quienes no conozcan el asunto, los Estudios Generales son como una "pre-facultad", en donde llevas cursos de todo tipo antes de estudiar la carrera que hayas elegido.
Justamente ya venía de hacer un cambio de carrera... antes de llegar a la facultad. Me inscribí en Historia, para luego irme a Psicología. Vaya cambio, ¿no? Pero llevé un curso de Psicología muy bueno, obtuve 20 en el examen oral final y me cambié. Que irónico, teniendo en cuenta todas las paltas existenciales que he tenido luego...
Así estaban las cosas cuando me animé a llevar el curso de Introducción a la Sociología. Me gustó tanto (otra vez) que me cambié de carrera (otra vez), para luego ingresar a la Facultad de Ciencias Sociales. Si no acabé como sociólogo fue por culpa de una crisis vocacional que ya explicaré otro día.
Una de las razones por la que el curso me gustó tanto fue por el trabajo grupal que era parte de la nota, para lo cual debíamos elegir un tema o grupo social a estudiar. Yo estaba en un grupo con mis patas, pero la mayor parte de la chamba (sobre todo al redactar el trabajo) la acabé haciendo yo... Ahora ya no haría eso, pero bueno, me gustaba tanto la sociología que no me importó en ese momento asumir esa carga.
A la hora de elegir un tema me acordé que había leído un artículo titulado "la cultura combi" o algo así. Por eso, sugerí que el trabajo fuera sobre los conductores y cobradores de combi. Mis patas aceptaron, porque parecía una chamba sencilla. Una encuesta, algunas entrevistas, un par de viajes en combi y algo de estadística eran suficientes.
Si bien ya no recuerdo mucho del contenido del trabajo, ni siquiera de la nota que obtuve, si me acuerdo bien de dos cosas: del título (que es el mismo de este post) que se me ocurrió de un momento a otro y de un viaje que hice desde Surquillo hasta Villa Alejandro, un pueblo joven de VMT. Recuerdo que mi intención era ver la forma en que chambeaban el chofer y su cobrador, y cómo se llevaban con sus pasajeros. Pagué mi pasaje y me puse en la parte de atrás. Yo les había dicho a chofer y cobrador qué estaba haciendo y me miraron con cara de bicho raro. Pero aceptaron mi presencia.
Lo que me desconcertó fue que cuando llegamos al paradero final (en medio de un arenal con algunas casas de esteras), el cobrador me miró fijamente y me dijo algo así como "no es lo mismo mirar algo que vivirlo (¿o sufrirlo?) día a día" y me dejó en medio del arenal. Asi de simple. Hasta ahora tengo la imagen de mi mismo caminando por ese arenal buscando dónde tomar otra combi para regresar a mi casa.
El cobrador no hizo mal. Tenía razón. Nunca podremos entender plenamente las ilusiones, quejas, necesidades y problemas de otros si no nos ponemos en sus zapatos, o al menos hacemos el esfuerzo. Esto no es sociológico o psicológico, es simplemente sentido común.
Por otro lado, ¿se dan cuenta cómo las mejores lecciones de vida nos las dan las personas menos esperadas? Por ello, hay que estar siempre atentos a la jugada. No vaya a ser que nos perdamos la próxima lección.

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